Autoexploración testicular previene el cáncer

Por: Consuelo Hernández

Así como las mujeres están acostumbradas a explorar sus senos para detectar alguna bolita que alerte de la posibilidad de tener o no cáncer de mama, los hombres también deberían realizarse una autoexploración testicular.

 

Esta sencilla medida preventiva sirve para detectar de manera temprana la presencia de cáncer (tumores) en los testículos. Las investigaciones en México señalan que de todos los cánceres que se producen en el hombre, entre 3 y 9% son de este tipo.

 

En el Hospital General esta enfermedad es la tercera causa de hospitalización, luego del de próstata y vejiga. En ese nosocomio, se atienden anualmente a 50 jóvenes que registran ese padecimiento.

 

La autoexploración testicular se trata de un procedimiento sencillo que se realiza en uno o dos minutos, cuyo objetivo es buscar protuberancias o masas en el saco escrotal. Los médicos recomiendan realizarlo de pie y después del baño, justo en el momento en que la piel del escroto se encuentra suave y relajada.

 

Cómo hacerlo

Primero se palpa suavemente el saco escrotal para localizar los testículos. Una vez identificada su posición, se examinan cuidadosamente mediante suaves presiones a lo largo de toda la superficie con los dedos índice, medio y pulgar.

 

Los testículos deben tener una consistencia firme sin llegar a ser rígida, y es normal que uno sea ligeramente más grande que el otro, o se ubique más arriba.

 

Cualquier protuberancia, agrandamiento o cambio notorio en su dureza puede significar una señal de alarma. La autoexploración testicular debe realizarse una vez al mes.

 

Señales de alerta

Otros síntomas son:

Se aconseja visitar al médico lo antes posible, en caso de detectar alguno de los síntomas anteriores.

 

Detectado a tiempo, el cáncer tiene buen pronóstico

Cuando es detectado en una fase temprana, el cáncer de testículo tiene uno de los mejores pronósticos de curación.

 

Este tipo de padecimiento se presente regularmente entre los varones entre 15 y 35 años de edad; se caracteriza por su rápido desarrollo y su posterior propagación a otros órganos.