Fractura de muñeca, muy común en niños y ancianos

Por: Samuel Arroyo

Imagine la escena: una persona trata de interrumpir o evitar una caída “metiendo” las manos y los brazos hacia adelante; las manos pegan contra el suelo con el peso del cuerpo y los dos huesos del antebrazo –el cúbito y el radio- se doblan o rompen justo por encima de la muñeca. Es muy probable que esta persona sufra de una fractura. Considerada como una de las lesiones óseas más comunes entre niños y ancianos, las fracturas de muñeca se asocian con las caídas, ya sea durante la práctica de un deporte, o por un resbalón debido a lo mojado o helado del piso.

 

 

Esta zona del cuerpo es sumamente delicada particularmente en los niños –cuyos huesos son suaves y tienden a sufrir fracturas en rodete e incompletas- y en las personas mayores -cuya osamenta se vuelve frágil con la edad, provoca que las fracturas sean completas y discapacitantes. En adultos y ancianos este tipo de lesión se denomina fractura de Colles.

 

 

Tratamiento de las fracturas de muñeca y algunas consecuencias

 

 

Cuando las lesiones no son graves se suelen tratar mediante yeso y cabestrillo, o una férula liviana de fibra de vidrio. Es muy importante que sea un especialista, y no un “huesero”, quien acomode la muñeca lastimada y determine el tipo de tratamiento así como su duración. Es probable que el médico decida emplear anestesia local para reducir el dolor de la fractura; en casos más graves, se puede necesitar cirugía ya que se tendrá que reparar la ruptura con una platina y tornillos, ganchos u otros aditamentos de plástico o metal.

 

No siempre se recupera la movilidad

 

 

A menudo, las personas mayores con fracturas de Colles no logran recuperar la movilidad total de la articulación de la muñeca; en ocasiones, las lesiones en los ligamentos o en la superficie de la articulación pueden ocasionar dolor crónico. Otra posible complicación temprana o tardía de la lesión de muñeca es el llamado síndrome del túnel carpiano.

 

 

Tipos de fracturas

 

 

Según la clasificación más conocida, las rupturas en los huesos pueden ser parciales o totales y se dividen entre abiertas y cerradas. De esta manera se define la gravedad de la lesión y el método de recuperación que debe aplicarse. Las fracturas abiertas se pueden percibir a simple vista, ya que la piel puede mostrar la lesión e incluso el hueso puede traspasar el tejido y salir hacia fuera; en las cerradas, el hueso no llega a atravesar la piel y a simple vista no se puede detectar la rotura, por lo que es necesario realizar una radiografía, resonancia magnética o tomografía computarizada o una combinación de las dos anteriores que ofreca mayores detalles.