Atención de fracturas
Por: Samuel Arroyo
Por: Samuel Arroyo
Una fractura es la ruptura total o parcial de un hueso. Puede ser producida por una caída, golpes fuertes o la contracción violenta de un músculo. Existen dos tipos: las cerradas, en las que el hueso se rompe y la piel permanece intacta, y aquellas en que la herida está abierta y el hueso fracturado se desplaza hacia el exterior.
Tienen mayor riesgo de padecer una fractura las personas con osteoporosis, aunque también llegan a ser frecuentes en niños y ancianos porque su composición ósea es más frágil.
Sabremos que es una fractura porque la víctima escucha o siente la ruptura del hueso. Una extremidad fracturada puede deformarse o adoptar una posición poco natural.
Debe buscarse ayuda médica de inmediato. En tanto, pueden realizarse maniobras que eviten daño adicional.
La persona accidentada debe mantenerse en una posición cómoda. Se recomienda que recargue el área lesionada sobre un cojín o sábanas.
En caso de existir hemorragia debe detenerse. Ésto se logra presionando a los lados de la herida con vendaje esterilizado, tela limpia o prenda de vestir por lapsos de 10 minutos hasta que se detenga el sangrado. El área cercana a la herida debe limpiarse con antisépticos para evitar una posible infección.
Se usa un "entablillado" para inmovilizar el área. Las tablillas pueden ser de madera, cartón, plástico o periódico enrollado; deberán colocarse a ambos lados del hueso y ser más grandes que éste. Para sujetarlas es conveniente utilizar tela adhesiva o una cuerda, apretar firmemente pero sin interrumpir la circulación.
Puede aplicarse hielo envuelto en una tela en la extremidad inmovilizada, para combatir la inflamación.
En caso de desmayo o que haya respiraciones poco profundas, es indispensable acostar a la víctima con la cabeza un poco más abajo que el resto del cuerpo.
Toda herida que parezca fractura debe tratarse como tal, aunque no lo sea.
Pero ante todo hay que consultar a un médico para una atención especializada.