Música para los oidos y la salud

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Samuel Arroyo

POR: Samuel Arroyo

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29-09-2010

Si es verdad que el sonido y la música forman parte de la naturaleza humana, es lógico pensar que también se pueden utilizar como terapia. La historia de la musicoterapia en Occidente se remonta hasta Pitágoras (siglo VI a.C.), aunque ya los egipcios utilizaron la música como elemento capaz de curar el cuerpo, calmar la mente y purificar el alma. No obstante, el filósofo griego descubrió que los tonos y sus armonías obedecían a una proporción matemática y, como los números reflejaban para Pitágoras el orden perfecto del universo, la música se convirtió en una poderosa medicina que aportaba armonía al organismo.

 

Se afirma que los pitagóricos, músicos y matemáticos de la época, ya realizaban composiciones para tratar los trastornos del alma y del cuerpo.



Las notas musicales como medicina

 

Para la musicoterapia oficial, existen dos tipos principales de música en relación con sus efectos; por un lado, la música sedante (de naturaleza melódica y caracterizada por tener ritmo regular, dinámico predecible y consonante armónico) y, por otro, la música estimulante (que induce a la acción y dispara las emociones). Los musicoterapeutas han estudiado los efectos de cada uno de los elementos que componen la música y el sonido.

 

Así, por ejemplo, el tempo lento, entre 60 y 80 bpm (beats per minute en inglés o pulsaciones por minuto) suscita impresiones de dignidad, calma, serenidad, ternura y tristeza, mientras que los tempos rápidos de 100 a 150 bpm provocan alegría, excitación y fuerza. Los acordes consonantes –compuestos por notas que combinan bien– están asociados al equilibrio, al reposo y a la alegría, mientras que los disonantes se asocian a la inquietud, al deseo, a la preocupación y a la agitación. La tonalidad de modo mayor resulta alegre, viva, graciosa y extrovertida, y la de modo menor evoca melancolía e introversión.

 



Música y testosterona

 



El investigador japonés Hajime Fukui descubrió que los hombres que hacen música, producen menos testosterona y cortisol, hormonas relacionadas con el estrés. En cambio, producen más oxitocina, la hormona que favorece la unión social y sexual. Fukui concluyó que la música reduce el miedo y aumenta la solidaridad entre personas. Desde el punto de vista neurológico, según los especialistas Anne Blood y Robert Zatorre, de la Universidad McGill en Montreal, Canadá, la música actúa también sobre la química cerebral: en los momentos de máximo placer musical se activan áreas del cerebro que también se encienden durante las relaciones sexuales, el consumo de drogas o la ingesta de chocolate.

 

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