Sentimientos bajo la máscara

“Yo puedo tener el corazón destrozado, pero cuando me pongo mi máscara, subo al ring y me brindo al 100%, olvido ese dolor, esa tristeza, ese enojo o el problema, la máscara me transforma; pero cuando vuelvo a la realidad tengo que afrontar el sentimiento”, asegura El Hijo del Santo.

En entrevista exclusiva para Salud180.com, el luchador profesional con más de 30 años de trayectoria, asegura que la máscara le da muchas satisfacciones, sin embargo, lo convierte en un hombre muy solitario, por cuidar la incógnita.

El Hijo del Santo detalla que la vida de un luchador no es fácil, porque “no se trata de ponerte la máscara y decir ya llegué”.

Ser un luchador significa llevar una doble vida, que se disfruta pero que está llena de sacrificios y disciplina, que a veces genera sentimientos encontrados.

Por ello, el luchador revela que toma terapia desde hace algunos años para aprender a superar esos sentimientos, que lo hacen madurar y crecer interiormente.

Agrega que con la ayuda profesional ha aprendido a ceder, a defender su lugar como ser humano y dejar a un lado al luchador.

  “Es una satisfacción haber tenido un papá tan valiente”

El Hijo del Santo menciona que es una gran satisfacción haber tenido un papá tan exitoso, importante y valiente, por lo que en 30 años ha adquirido esa gran responsabilidad para cuidar su personaje, mantenerlo vivo y hacerlo crecer.

Ese triunfo lo ha conseguido gracias al compromiso que ha adquirido con él mismo.

“Para obtener el éxito hay que hacer un compromiso con uno mismo y actuar, para después perseverar y ser constantes; “yo pienso que si seguimos estas reglas poco a poco llegará el éxito llegará”.

“Nunca hay que pensar en el dinero, hay que hacer los proyectos con tanta pasión y lo disfruto tanto que el dinero llega solo”, agrega.