Hormonas determinan calidad de vida

Todo el mundo habla de ellas. Y es que no hay proceso del organismo que no esté regulado, en alguna medida por las hormonas. Un artículo del periódico español EL PAÍS dedicó un amplio espacio al tema de las hormonas y su influencia en nuestro estado físico y anímico, así como en el ritmo de cada etapa de nuestra vida.

De acuerdo con el doctor Francisco Tinahones, responsable del servicio de endocrinología y nutrición del Hospital Clínico de Málaga (España), “bajo el concepto de hormonas se integran varias sustancias segregadas en un lugar del cuerpo por glándulas como el páncreas, la tiroides y la hipófisis, pero cuya acción va a tener lugar en otro, a veces muy lejano”.

Cuando el organismo va bien, las hormonas funcionan como una máquina en perfectas condiciones; pero si ocurre una carencia o un exceso en su producción, el desajuste es inmediato.

El doctor Tinahones señaló como ejemplo, la glándula tiroides: “Cuando alguien sufre hipotiroidismo (bajo funcionamiento de la glándula tiroides), siempre está cansado y tiene frío. Además, puede perder pelo y aumentar de peso. En el trastorno contrario, es decir el hipertiroidismo, se manifiesta con nerviosismo, intolerancia al calor o pérdida de peso a pesar de que aumente el apetito”.

Impacto hormonal en mujeres y hombres

De acuerdo con los expertos, el efecto de las hormonas provenientes del hipotálamo marca el inicio de la primera gran revolución hormonal: La pubertad. Los ovarios y los testículos empiezan a segregar hormonas sexuales, en las mujeres estrógeno y progesterona, y en los hombres testosterona; los cambios se suceden casi a diario y afectan su aspecto físico y estado de ánimo.

Una tregua parece ocurrir alrededor de los 20 años, cuando las hormonas se mantienen estables en ambos sexos; aunque en las mujeres que deciden concebir, una nueva batalla está a punto de comenzar. Durante el embarazo, la segregación de progesterona (la hormona del embarazo) producirá cambios en su apetito, olfato, piel y pelo.

En la 30's, los estrógenos, la progesterona y la testosterona conservan niveles predecibles, pero a partir de los 35 años su actividad empieza a disminuir a un ritmo constante.

La última gran revolución hormonal sucede alrededor de los 50 años. En el caso de las mujeres, los óvulos han dejado o están a punto de dejar de producir estrógenos; su ausencia producirá sofocos, palpitaciones, vértigo, alteraciones del humor, pérdida de la libido y otros malestares.

Ante la ausencia de estas hormonas que protegen el sistema cardiovascular, la mujer correrá el mismo riesgo que el hombre de padecer una enfermedad del corazón y sus huesos se volverán más porosos y propensos a las fracturas. En los hombres, la disminución de testosterona puede producirles una caída del deseo sexual, desánimo y tendencia a la depresión.