Estamos hechos para ser amables

Aunque en el mundo donde vivimos parece que es “normal” que las personas sean egoístas y quieran siempre el poder, la buena noticia es que no todo está perdido, ya que en realidad los seres humanos somos amables por naturaleza.

Esto se debe a que el cerebro humano está programado para ser amable, ya que desde hace millones de años, sentimientos como la compasión están arraigados en la psique, concretamente en el sistema nervioso, afirma Dacher Keltner, sicólogo de la University of California, Berkeley.

  Característica natural

Para probarlo, en su más reciente estudio, Keltner mostró a los participantes imágenes del sufrimiento humano y al mismo tiempo escaneó su actividad cerebral para analizar las reacciones. En el siguiente video el especialista explica sus resultados.

Desde hace tiempo, Keltner y sus colegas consolidan la teoría de que los seres humanos tenemos éxito como especie debido al carácter afectuoso, altruista y compasivo, presente en mayor o menor grado, en un porcentaje importante de personas.

Lo anterior es llamado por los investigadores como “La supervivencia del más poderoso”, que explica que debido a que los hijos son tan vulnerables, la tarea fundamental para la supervivencia humana y la replicación de los genes es cuidar de los otros, empezando por los más pequeños.

Los seres humanos hemos sobrevivido como especie gracias a que desarrollamos las capacidades para cuidar de los necesitados y cooperar. Como supuso Darwin hace mucho tiempo, la compasión es nuestro instinto más fuerte.

La conclusión más importante a la que el estudio llega es que si bien podemos estarnos cuidando a nosotros mismos 60% del tiempo, el otro 40% estamos haciendo cosas para otras personas, afirma Keltner.

  ¿Cómo nos ayuda?

Ser amables es bueno porque entre más generosos seamos, mayores serán el respeto, que recibiremos de nuestros semejantes, y la influencia que tendremos sobre ellos, afirma Rob Willer, sicólogo y sociólogo de la misma institución.

Esto también fue probado mediante una investigación donde el equipo de Willer dio una modesta cantidad de dinero en efectivo a cada participante, para que lo usaran en juegos de diversa complejidad que ayudarían a causas benéficas.

Los resultados muestran que los participantes que actuaron de manera más generosa recibieron mayor cantidad de regalos, respeto y cooperación de sus semejantes, además de que ejercieron más influencia sobre ellos.

Aunque diversas circunstancias, como el dinero, cambien la manera de actuar que tenemos, el hecho de que somos amables por naturaleza sigue siendo real. Por ello es importante realizar actos que promuevan la amabilidad, un acto sencillo puede contagiarse.