Beneficios al dejar el cigarro

Los beneficios para la salud al dejar de fumar son inmediatos y sustanciales. La circulación de la persona empieza a mejorar y el nivel de monóxido de carbono en la sangre desciende.

Este gas incoloro e inodoro, se encuentra en el humo del cigarrillo y reduce la capacidad de la sangre de transportar oxígeno. El pulso y la presión arterial de la persona, los que son elevados en forma anormal mientras se fuma, empiezan a volver a nivel normal.

A los pocos días de dejar de fumar, regresan los sentidos del gusto y del olfato de la persona y la respiración se hace cada vez más fácil.

 Volver a vivir

Hay también muchos beneficios en dejar de fumar para las personas que están enfermas o que ya han desarrollado cáncer. Cuando ya no se fuma, se reduce el riesgo de desarrollar infecciones, como la pulmonía, la cual con frecuencia causa la muerte en pacientes con otras enfermedades.

En este sentido, el Dr. Francisco Vázquez Nava, investigador de la Facultad de Medicina en la Universidad Autónoma de Tamaulipas detalla que existen enfermedades mucho más graves derivados del tabaquismo y que las personas que dejan de fumar reducen el riesgo de desarrollar y morir por cáncer de pulmón.
A largo plazo

Las personas que dejan de fumar viven más que las que siguen fumando. Después de 10 o 15 años de haber dejado de fumar, el riesgo de muerte prematura en una persona que fumó, se aproxima al de una persona que no ha fumado nunca.

Cerca de 10 años después de dejar de fumar, el riesgo de un ex fumador de morir de cáncer de pulmón es de entre 30 a 50% menor que el riesgo de los que continúan haciéndolo.

 El cigarro en el embarazo

Las mujeres que dejan de fumar antes de embarazarse o en los primeros tres meses de la gestación, pueden impedir el peso bajo del bebé al nacer y reducir otros problemas relacionados con el embarazo.

El dejar de fumar disminuye el riesgo de otras enfermedades relacionadas, incluyendo las cardíacas y pulmonares crónicas. Mientras que la posibilidad de desarrollar cáncer, dependen del número de años en los que se fumó; cigarrillos consumidos por día; edad a la que se empezó a fumar y a la presencia o ausencia de cualquier enfermedad cuando se deja el tabaco.