Adicciones y gusto por azúcar comparten mecanismos cerebrales

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Estudios científicos han encontrado que los procesos de la alimentación y de la adicción a sustancias ilícitas, como la cocaína y la heroína, comparten estructuras comunes dentro del cerebro/ Fuente: Photos.com

Si eres de las personas que encuentra muy difícil resistirse a los alimentos azucarados, puede deberse a que tu cerebro enfrenta un reto muy parecido al de los adictos a las drogas.

 

Estudios científicos han encontrado que los procesos de la alimentación y de la adicción a sustancias ilícitas, como la cocaína y la heroína, comparten estructuras comunes dentro del cerebro, explicaron las doctoras Azalea Reyes Aguilar y Geraldine Rodríguez Nieto, investigadoras del Laboratorio de Neuroimagen del Instituto de Neurobiología de la UNAM, ubicado en Juriquilla Querétaro.

  ¿Dulce peligro?

 

La corteza prefrontal es una de las estructuras cerebrales que se encuentra implicada en los dos mecanismos. Esta región del cerebro está encargada de controlar la ingesta de alimentos, además de muchas otras actividades del día a día.

 

También participa en el circuito de recompensa el hipotálamo que controla el hambre y la saciedad. Por otro lado también juega un papel importante el área tegmental ventral que está en la región mesencefálica del cerebro y forma parte del sistema límbico, relacionado con funciones de miedo y placer.

 

“Todas estas estructuras se encienden o se activan cuando estamos expuestos a un alimento rico en azúcares o a drogas. Estas sustancias estimulan un mecanismo de recompensa” explicaron.

 

Tanto drogas como el azúcar estimulan la producción de dopamina, un neurotransmisor que se libera cuando experimentamos sensaciones placenteras.

 

Esa es la razón de que una persona coma grandes cantidades de alimentos azucarados sin pensar en las consecuencias para su salud y que prefiera este tipo de comida a las frutas y las verduras.

 

“Cuando el hombre era nómada, el propósito del mecanismo antes descrito era que al ingerir glucosa, una sustancia que mantenía al cuerpo con energía, se activara el circuito del placer para buscar continuamente alimentos y garantizar la supervivencia de nuestra especie” destacó la doctora  María Guadalupe García Gomar, también investigadora del Laboratorio de Neuroimagen del Instituto de Neurobiología de la UNAM.

 

A esta predisposición biológica, se suma un factor social, la publicidad de las compañías que comercializan este tipo de alimentos y que constantemente envían mensajes que favorecen o promueven una mala alimentación, explicó.

 

Sin embargo, la buena noticia es que, aun cuando cada vez que consumimos azúcar, liberamos dopamina y sentimos placer, eso no significa que una persona esté condenada a ser una adicta a los alimentos dulces y a ser obesa.

 

Existe un recurso neurobiológico, la corteza prefrontal que puede ayudar al autocontrol, y a una mejor elección de lo que ingerimos.

Aclaracion:

El contenido mostrado es responsabilidad del autor y refleja su punto de vista, más no la ideología de Salud180.com

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