Conciencia corporal: ¿un camino al amor propio?

Normalmente aprendemos que el cuerpo es la dimensión física de nuestro ser… dudo que hayas visto una monografía del cuerpo energético durante la prepa; sé que puede sonar un poco exagerado mi ejemplo. 

Sin embargo, si desde muy jóvenes nos enseñaran que somos más que músculos y huesos, podríamos desarrollar desde temprano la habilidad de percibirnos como seres constituidos, sí, por lo físico pero también por las dimensiones emocional, energética, intelectual y hasta intuitiva.

Es importante saber esto porque de esa manera tendríamos más herramientas para proveernos a nosotras mismas de salud mental, bienestar, autoestima y hasta prevenir enfermedades, pues es un hecho que muchas emociones se somatizan en padecimientos que se pueden volver crónicos o que llegamos a asumir como algo con lo que tenemos que vivir. Un ejemplo clásico es la gastritis, comúnmente asociada al estrés.

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¿Qué pasaría si en lugar de resignarte a que todas las tardes tienes gastritis o a tomar la pastilla después de cada comida por miedo a que te dé, buscaras en tu cuerpo las huellas que conducen a su origen?

No digo que se reemplace al tratamiento médico, sino que a través de la conciencia corporal rastrees cuándo se agudiza y a qué emociones está asociada en ti. Cada cuerpo es distinto.

Con esta pregunta, te hago una invitación a cambiar la forma de comprender y relacionarte con tu propio cuerpo, que es también un camino al amor propio pues en la medida en que estás en contacto con tu realidad física y emocional formas un cimiento sólido para valorar y aceptar tu cuerpo como el templo o vehículo (según tus creencias) que es para tu existencia en este plano.

Y lo anterior es aún más relevante en un sistema que nos impone exigencias estéticas irreales que nos llevan incluso a sacrificar nuestra salud por ser siempre más delgadas, más blancas o más fit.

Y ahí mismo se localiza la fuente de tanto rechazo al propio cuerpo por no cumplir con los estándares convenidos en una sociedad del consumo que además se rige por roles de género al servicio del patriarcado.

Nos han hecho creer como mujeres que debemos cumplir el mandato de belleza y es tiempo de decirle no a esa creencia limitante. Lo cierto es que el cuerpo perfecto es el tuyo.

Te propongo que te regales tu derecho a la conciencia corporal como una manifestación del amor propio. Si no sabes cómo empezar, te comparto este sencillo ritual: mientras cocinas, mientras lees estas líneas, antes de dormir o justo al inicio de tu día, detente un momento y siente tu cuerpo. Solamente siéntelo sin filtros ni juicios, detecta si hay alguna zona física que duela y si es así trata de recordar desde cuándo; después, revisa cómo estás anímicamente y qué necesitarías para estar mejor. 

En esa exploración tan básica ya hay un ejercicio de tu conciencia corporal porque las respuestas te darán pistas de autocuidado, que es la mejor forma de amarte a ti misma y guiarte en el proceso de tu bienestar.

Texto colaboración de la maestra en desarrollo humano, María Elena Esparza Guevara.