Pesadillas y sonambulismo

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El sonambulismo, los terrores nocturnos y las pesadillas son tres trastornos del sueño
El sonambulismo, los terrores nocturnos y las pesadillas son tres trastornos del sueño
Salud180, El estilo de vida saludable

POR: Pilar Maguey

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20-10-2010

El sonambulismo, los terrores nocturnos y las pesadillas son tres trastornos del sueño que afectan particularmente a menores, sobre todo entre los 3 y 6 años de edad, aunque también se presentan en la edad adulta.

 

De acuerdo con la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPAP), en el infante suelen ser alteraciones transitorias que desaparecen durante la adolescencia; sin embargo, en el adulto pueden ser indicadores de problemas psicológicos o hereditarios, como el sonambulismo que deben ser atendidos por un especialista.

 

Cómo se presentan y qué hacer


El doctor Manuel Aguilar Peral, pediatra del Centro de Salud La Paz de Badajoz (España) explica cuáles son las características de los tres trastornos:


  • Sonambulismo: lo más común es que la niña o el niño sonámbulo se siente en la cama y realice movimientos extraños, como tantearse la ropa o restregarse los ojos; luego se levante y camine con torpeza y con la mirada ausente. En el episodio de sonambulismo se realizan conductas o movimientos que se han aprendido durante el día (lavarse las manos, por ejemplo). Es recomendable no intentar despertarle; en todo caso, es mejor retirar de su camino objetos que puedan hacerle daño, cerrar con seguro puertas y ventanas, no permitirle dormir en la parte superior de una litera y simplemente reconducirlo suavemente a su cama. Dado que el sonambulismo se produce en la fase de sueño profundo, es muy difícil despertar al menor; de hecho, no recordará nada a la mañana siguiente y debe evitar hacerle sentir culpable por el padecimiento.

 


  • Terrores nocturnos: Aparecen en la primera mitad de la noche. La niña o el niño llora, grita, habla o balbucea sentado en la cama, con un intenso miedo reflejado en la cara, los ojos muy abiertos e, incluso, puede sudar frío. No reconoce a nadie porque, a pesar de las apariencias, continúa profundamente dormido. Cuesta mucho despertarlo y, como en el caso del sonambulismo, si se consigue, se encontrará desorientado y sin entender qué ha pasado. Es mejor no despertarle y llevarle suavemente a la cama. Los miedos nocturnos son breves y asustan más a sus padres y hermanos que a quienes los viven.

 


  • Pesadillas: son parecidas a los terrores nocturnos, sólo que acontecen en la segunda mitad de la noche, es decir, en la llamada fase MOR (movimientos oculares rápidos) cuando no hay movimientos corporales (el tono muscular está inhibido), a diferencia de los anteriores trastornos del sueño. Al no ocurrir durante el sueño profundo, la niña o el niño se despierta y recuerda lo que ha estado soñando. La causa de una pesadilla puede ser algún conflicto que, durante el día, le ha provocado angustia (problemas personales o familiares, películas violentas, etc.). Generalmente, al solucionar la situación generadora de ansiedad, desaparecen las pesadillas. Es recomendable intentar tranquilizar al pequeño, dándole seguridad y cariño y haciéndole ver que sólo ha sido un mal sueño.

Aclaracion:

El contenido mostrado es responsabilidad del autor y refleja su punto de vista, más no la ideología de Salud180.com

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