Falta de afecto: origen de muchas enfermedades

El surgimiento de “nuevas enfermedades” hace reflexionar a la comunidad científica sobre la posibilidad de que el déficit afectivo sea una de las causas. Aunque se sabe cómo paliar los síntomas e, incluso, eliminar enfermedades como el cáncer, el infarto, la alergia, la depresión o la obesidad, los médicos siguen desconociendo el origen de muchos de estos males.

Las principales víctimas: las niñas y los niños

Una vez demostrada que la insuficiencia afectiva está directamente asociada al desarrollo de determinadas enfermedades y trastornos, se sabe que uno de los grupos en mayor riesgo es el de los niños, sobre todo de aquellos que no reciben diariamente el cariño necesario para tener armonía.

“La carencia afectiva influye sobre la calidad de los mecanismos de defensa del niño frente a la infección. El sistema inmune (defensas orgánicas) no responde igual en un niño con este historial que en uno que vive en condiciones normales”, señala el doctor Antonio Muñoz, pediatra del Hospital Internacional Xanit, de Málaga, España.

El retraso en el crecimiento es una patología frecuentemente asociada a la carencia afectiva, debido a una inhibición del sistema hipófiso-adrenal, que en casos límite puede impedir la producción adecuada de ciertas hormonas, dando como resultado niños con una talla inferior a la normal.

La presencia de infecciones también es más frecuente, así como los trastornos en el comportamiento. Según indica el doctor Muñoz, los niños “pueden estar sometidos a un estrés crónico o de tipo psicológico y emocional, que menoscaba su tipo de respuesta inmunitaria”.

El poder sanador de una caricia

Para Álex Rovira Celma, especialista en Programación neurolingüística y análisis transaccional, “la persona precisa del contacto con los otros a través del afecto, la ternura, la caricia, la mirada, la palabra o el gesto, para crecer, desarrollarse y sobrevivir”.

Según el experto, los estímulos positivos o negativos, son determinantes en nuestra evolución como personas, y los trabajos de numerosos psicólogos han demostrado que la falta de caricias puede provocar en el bebé un retraso en su desarrollo psicológico y una degeneración física que le lleve a la muerte a pesar de tener el alimento y la higiene necesarios para sobrevivir.