Jóvenes, ¿son valorados en México?

La etapa del cambio es evidente: los chicos ya tienen la voz grave y el vello cubre gran parte de su cuerpo; las chicas viven sus primeras menstruaciones y el crecimiento de sus caderas y busto.

Algunos lo disfrutan y otros no, sin embargo, esos cambios marcan el inicio de una nueva etapa de su vida: la juventud.   ¿Qué representan para México?

Ser joven implica el tránsito de ser niño a adulto. Psicológicamente, esta etapa se caracteriza por el deseo de probar la independencia, de incursionar en nuevos espacios, ampliar los  horizontes y tener mayores oportunidades de intercambio y de interacción con otros grupos sociales y otras culturas, dejando atrás a la familia.

Gloria Careaga, profesora de la Facultad de Psicología de la UNAM, alerta que en México, una buena parte de los jóvenes atraviesan esta etapa sin los recursos necesarios que se les debieron de haber proveído desde la infancia, como una mayor información y formación en aspectos culturales, artísticos o relacionados con derechos humanos, por eso necesitamos una reestructuración del modelo educativo.

“Desde la Psicología, ser joven es ese rango de los 15 a los 25 años, es decir, una persona que terminó su licenciatura y que tiene 2 o 3 años para desarrollarse independientemente y está preparada para ser parte de la vida adulta. Pero tenemos que ver que el Estado provea esas posibilidades, porque hoy encontramos mucha gente que salió de la universidad y no tiene trabajo”.

Entre los principales problemas que enfrenta la juventud en México son el aumento de embarazos, aunado a que la apertura social en nuestro país no es clara, pues los jóvenes están expuestos a información contradictoria, por ejemplo, sobre los temas sexuales, explica la también investigadora del Programa Universitario de Estudios de Género de la UNAM.

Al mismo tiempo, ellos son parte de un proceso de transición social muy importante. “Cambios que a las personas más adultas probablemente nos cuestan más trabajo, como la incorporación de las mujeres a todos los espacios públicos, a los jóvenes no les cuestan tanto y eso va creando un nuevo panorama para nuestra sociedad”.

Además, el desarrollo de la tecnología permite que tengan mayores oportunidades de conocimiento y de información, lo cual les abre otras posibilidades.

Sin embargo, aun cuando estas herramientas otorgan otras formas de desarrollo, concluye Gloria Careaga, los jóvenes necesitan una orientación para formar un pensamiento crítico.

Sobre todo para que el panorama tan amplio que tienen enfrente lo puedan utilizar de la mejor manera, que sean conscientes de dónde están ubicados y a partir de eso, adquieran las habilidades para tomar mejores decisiones.