¿Cómo proteger a mi pareja si tengo VIH? Mitos y verdades, adiós prejuicios

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El virus de inmunodeficiencia humana no es una condena de muerte, mucho menos debería ser un estigma que acompaña a quienes viven con él. Llevar una vida libre y común es un derecho, pero ¿cómo puedes proteger a tu pareja si tienes VIH? Mitos y verdades, adiós prejuicios.

 

¿Qué pasaría si tu pareja te dijera que tiene VIH? Muchas dudas surgen con esta pregunta. En el especial de Salud180 sobre el VIH, te ayudamos a resolverlas de la mano de expertos en el tema; en esta ocasión, del Dr. Javier Báez-Villaseñor Moreno, director médico asociado de virología en MSD y exfuncionario del Centro Nacional para la Prevención y el Control del VIH y el Sida (Conasida).

 

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Eliminando el estigma: el VIH no es exclusivo de la comunidad LGBTTTIQ+

En los inicios de lo que sería la pandemia de VIH, hace ya 40 años, surgió el primer estigma asociado a la infección por este virus: ligarlo a personas con preferencias sexuales “fuera de la norma”, algo que hasta la fecha se mantiene, pese a la información.

 

Sin embargo, citando al Dr. Jaime Sepúlveda Amor, fundador del Conasida, el Dr. Báez-Villaseñor puntualiza: “El VIH se contrae por lo que las personas hacen, no por lo que las personas son”, es decir, no hay grupos de riesgo, sino prácticas de riesgo.

 

Tener una vida sexual activa, varias parejas sexuales (incluso cuando no sean simultáneas), practicar una actividad sexual riesgosa, inyectarse drogas, permitir que se te trasfunda sangre no probada, tener un trasplante de dudoso origen o ser una mujer embarazada que nunca se hizo la prueba, también te pone en riesgo.

 

 “No hay que confiarse, todos, de alguna u otra forma, tenemos riesgo”.

 

Incluso, de acuerdo al exfuncionario del Conasida, el VIH ha crecido en un sector que podríamos creer lejano: los adultos mayores, pues vuelven a tener una vida sexual, enviudan, se separan, conocen a alguien y pueden adquirir VIH, una infección comúnmente asociada a jóvenes, por lo cual ni ellos ni algunos médicos lo relacionan.

 

Asimismo, no olvidemos que, aunque la principal vía de contagio sigue siendo la sexual, existen otras dos: la sanguínea y la perinatal, por lo que etiquetar a alguien por esta infección no es justo ni empático.

 

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Amar después del VIH: una lucha contra la discriminación y la importancia de cuidar a los otros

Lamentablemente, como el Dr. Báez-Villaseñor resalta, “El VIH siempre lleva una compañera terrible: la discriminación”, hablar de esta enfermedad puede sacar lo mejor o lo peor de las personas, incluyendo muchos prejuicios.

 

Sin embargo, quienes viven con VIH merecen tener una calidad de vida, lo cual implica desarrollarse tanto a nivel personal como profesional y social… y, claro, el derecho a amar y tener una pareja con quien compartir su vida si así lo desean.

 

¿Cómo proteger a mi pareja si tengo VIH?

Al referirnos a una pareja serodiscordante, es decir, donde uno de los miembros tiene VIH y el otro no, surgen dudas en ambos sentidos. Cuando tú eres seropositivo, el Dr. Báez-Villaseñor habla de una responsabilidad de siempre avisar si tienes la infección o si eres diagnosticado estando en una relación.

 

Ese es uno de los pilares más importantes: la comunicación, seguido de un muy buen control de la enfermedad y el uso de condón, así como explorar la sexualidad de una forma creativa, no centrándose sólo en la penetración.

 

Cuando una persona está en tratamiento y lleva un buen apego, clave para maximizar las oportunidades de éxito, es posible llegar a un nivel de carga viral indetectable, donde el nivel de riesgo de contagio es muy, muy bajo.

 

Pese a este escenario, el uso de condón es básico, pues es necesario protegerte contra otras infecciones de transmisión sexual (ITS), ya que actúan como aceleradores, lo cual podría dañar tu salud. Asimismo, siempre existe un riesgo de reinfectarte con un VIH distinto.

 

Sobre cada cuánto hacerse pruebas, el Dr. Báez-Villaseñor, explica que no hay una recomendación como tal, cada año o cada 6 meses es una opción viable, pero no de forma más frecuente.

 

La importancia de la salud mental frente al VIH

Hablar de un diagnóstico de VIH, tiene un impacto grande, pero siempre será importante decir la verdad. Las reacciones tienden a ser muy diversas, puedes apoyarte de un terapeuta y plantearle a tu pareja no sólo tu diagnóstico, sino el plan para mantenerte saludable y evitar el contagio de VIH.

 

El miedo es una reacción común y natural, infórmense de la mano de un especialista sobre los pasos a seguir y dale espacio a tu pareja para procesarlo. Eso sí, nadie te debe hacer sentir vergüenza, mucho menos dañarte o discriminarte. No eres una enfermedad, sino una persona con una infección controlable.  

 

¿Cómo protegerme si mi pareja tiene VIH?

Si se siguen las medidas de control y apego al tratamiento, carga indetectable, uso de condón y prácticas sexuales seguras, el riesgo de contagio es muy, muy bajo, según señala el Dr. Báez-Villaseñor, sin embargo, también existe una opción de tratamiento para quienes no tienen VIH y están en una relación serodiscordante: la PrEP.

 

La PrEP o profilaxis pre exposición, son un tipo de medicamentos que se toman para prevenir la infección, pero el especialista señala dos puntos sobre ellos:

 

  • El apego necesita ser prácticamente perfecto, es decir, tomarlo conforme te sea indicado sin saltar dosis.
  • Siempre deben ser recetados por un médico con una consulta de por medio.

 

Por lo tanto, si tienes una relación con alguien con VIH, acude a tu médico para ver la posibilidad de tomarlos. Los Centros para el Control y Prevención de las Enfermedades,  explican que es especialmente importante si tu pareja no ha logrado una carga viral indetectable pese a su tratamiento.

 

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¿Es posible tener un hijo si mi pareja tiene VIH?

Hoy es muy alta la posibilidad de tener un hijo en una pareja serodiscordante, con un riesgo muy bajo de que el bebé nazca con VIH. En ese sentido, el especialista en VIH, explica que existen dos escenarios: que el hombre esté infectado o que la mujer esté infectada.

 

En el primer caso, si se siguen las indicaciones y su carga viral es indetectable desde hace años, al darse el embarazo, la mujer debe acudir a atención prenatal con alguien especializado en embarazo con posibilidad de VIH. Si sale negativa al inicio de embarazo y de 8 a 12 semanas después, seguirá su control prenatal normal.

 

En caso de una infección (un riesgo “infinitesimalmente” bajo, según explica el Dr. Báez-Villaseñor), tendría que empezar a tomar tratamiento de inmediato, pero sí es posible que el bebé nazca sin infección ni problemas.

 

En el otro escenario, donde la mujer es quien tiene VIH, este debe ser indetectable y tener buenos CD4 (linfocitos) por un buen tiempo antes la concepción y será necesario llevar un control prenatal con alguien especialista en VIH y embarazo.

 

En estos casos, el riesgo de transmitirlo al producto también es muy bajo, además de que hay estrategias enfocadas en él, que bajan todavía más el riesgo. Eso sí, todo cambia si te infectas estando embarazada, pues el pico de carga viral en los siguientes días o semanas a la infección es alto y hay más probabilidad de una transmisión madre-hijo.

 

Gracias a los avances y al camino recorrido, hoy es posible que las personas con VIH vivan décadas y tengan una vida como el resto de nosotros, pero siempre la comunicación y cuidado serán fundamentales.

 

A 40 años del inicio de esta pandemia, es un buen momento para reflexionar sobre nuestra responsabilidad, pero también sobre los prejuicios y estigmas en quienes padecen VIH. Y, sobre todo, tener en cuenta que “Es un enemigo formidable, al que hay que tenerle mucho respeto, pero no es invencible”.

 

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