Crisis de los 30: “¿Qué hemos hecho de nuestra vida en 30 años?”

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Crisis de los 30: “¿Qué hemos hecho de nuestra vida en 30 años?” Foto: Getty Images

A nuestra edad, la mayoría de nuestros papás ya tenían casa, un matrimonio, hijos, un empleo con pensión asegurada y la vida planeada para sus siguientes 40 años... Nosotros, ¿qué tenemos? Una afore perdida, una renta (si bien te va) y cuentas por pagar, mascotas por mantener y una pandemia, ¿te identificas?

 

¿Cuándo te vas a casar o para cuándo los hijos? ¿Vives con roomies... o con tus papás? ¿Te has cuestionado cuándo podré tener mi propia casa? ¿Vives con el miedo constante de perder tu trabajo o no lograr crecer lo suficiente? ¿Crees que tu sueldo actual no te va a mantener a los 70 años? ¿Sabes en qué Afore estás?

 

No pretendo venderte nada, la mayoría en nuestros 30, nos hemos enfrentado a estas preguntas al menos una vez, hechas por personas externas y por nosotros mismos. La falta de respuestas es a lo que yo llamo el eje de la crisis de esta edad.

 

¿Cómo te veías a los 30 años? Quizá como yo: viviendo sola/o (juraba que a los 18 me independizaría) o quizá casada/o, con un trabajo, casa propia, coche del año, viajes por el mundo, hijos, mascota... Y es que no me dejarás mentir, los 30 tendrían que ser nuestra mejor etapa.

 

Superamos la parte de la escuela y sólo quedaría dedicarnos a lo que amamos, porque a esta edad el trabajo debería figurar en escena; nuestra generación no tiene prisa por casarse, así que tienes la oportunidad de viajar y alcanzar tus proyectos personales; ya no depedes de tus padres y, lo mejor, aún tienes energía para vivir libremente, disfrutar tu sueldo y cimentar las bases de tu adultez... incluso para enfiestar de vez en cuando (ya no tanto porque uno no aguanta igual).

 

Y en vez de eso, los millennials, o al menos quienes estamos en los 30, vivimos entre una depresión y una crisis existencial eternas.

 

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El mundo nos hizo una mala jugada. Al ver a los adultos de nuestra infancia creímos que todo sería bonito y en el fondo pareciera que se acabaron todo el pastel, porque el panorama que hoy tenenos no pinta para nada bien. Vivimos un momento complicado y eso, dejando a un lado la parte de la pandemia (que claro, llegó en un gran momento, como si la herida estuviera pa' echarle limón).

 

No te voy a hablar de política ni economía, pero desde mi perspectiva y la de personas cercanas, diré: el mundo está pa' llorar. Quizá ya habrás notado que tus fondos para el retiro no pintan para ser un gran apoyo (al menos que los “alimentes” bien)... y eso, si tienes la suerte de contar con un trabajo estable, porque actualmente tener trabajo es un privilegio.

 

Yo también he formado parte de las cifras del desempleo y conozco la frustración que se vive al buscar en las mil plataformas, acudir al Servicio Nacional de Empleo, encontrar ofertas que parece se burlan de ti y tus capacidades, porque el sueldo que te ofrecen es apenas lo de tu renta, pero eso sí, quieren todas tus habilidades y las de 3 puestos más.

 

Y entonces sólo queda sacar la casta buscando cosas por tu cuenta, proyectos, hurgando entre tus dones para un oficio (mi papá siempre nos inculcó aprender algo extra “por si las dudas”, algo sabía y no lo dijo). Buscar un diplomado para estar más preparada, rogando que no termines por estar sobrecalificado, porque ah, eso también importa... Y todo para terminar el día diciendo: “¡¿Qué demonios estoy haciendo de mi vida?! No he hecho nada en 33 años”.

 

¿Te identificas? Porque es la frase que me carcome la mente varias noches al mes, a veces a la semana y en ocasiones no se calla. Y le echaría la culpa a mi ansiedad, de no ser porque sé que no estoy sola en esto; la vida va muy rápido y las oportunidades escasean mientras el mundo se complica.

 

“¡Ay, millennial, ya te vas a quejar!” Parece que estoy escuchando las voces de los baby boomers y los gen Z mientras escribo, cuando muchos de ellos salieron de la escuela y tuvieron un trabajo que quizá hasta hoy mantienen, la mayoría con una pensión asegurada y una vida quizá más tranquila.

 

Tal vez digan que es culpa nuestra, porque sé que los millennials tenemos fama de no querer responsabilidades y saltar de un trabajo a otro, pero yo les voy a decir una cosa desde mi experiencia: es cierto que somos curiosos y, más que nada, queremos crecer, pero cuando encuentro un empleo donde puedo desarrollarme, valoran mi trabajo, me dan un sueldo justo y me permiten hacer lo que me apasiona, lo cuido y no lo dejo ir, y creo que coincidirás conmigo.

 

Sí, algunos somos más minimalistas, utópicos y soñadores, enfocados en las experiencias, pero también comemos y queremos tener al menos un techo propio, para no tener que pagar renta el resto de nuestras vidas, porque tampoco es que nos guste vivir con nuestros padres. Es cierto que el que quiere puede, pero no se confundan y juzguen nuestra vida desde su cristal, no todo es igual.

 

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Entonces: “¿Qué has hecho en 33 años?” El mundo dirá que poco o casi nada, mi vara está muy alta y pienso lo mismo. Como dije, más de una noche me he quedado en vela, pensando en lo poco exitosa que soy, especialmente cuando se me ocurre comparar mi vida con la de otros jóvenes “reconocidos y exitosos”.

 

Tengo 33 años, alrededor de la mitad de mi vida ha trascurrido y sigo aquí, preguntándome cuándo lograré aquello que veía inherente a la adultez siendo niña. Lucho y trabajo, y chance nunca llegue a verme en esa escena de “adulto perfecto”, porque quizá mi éxito se mida de otra forma.

 

Porque a pesar de todo, soy más y he logrado mayores cosas de las que creo. He superado situaciones personales que no merecen menosprecio, terminé una carrera; desde el momento uno me he dedicado a lo que me apasiona, he trabajado en proyectos independientes, hecho voluntariado, armé mi pequeño negocio por un tiempo, fui elegida en un concurso de escritura y me publicaron en un libro, he tenido la gran fortuna de viajar y conocer varios países.

 

Tengo pasiones que me mantienen viva, hobbies a los que les debo mi cordura y un trabajo que amo, del que aprendo y me hace querer ser mejor cada día, una luz en medio de la pandemia... Y estoy segura que tú como yo has hecho bastante, más que suficiente.

 

Quizá sea momento de dejar de medirnos con las expectativas ajenas y comenzar a valorar lo que hemos logrado. Sí, todo lo que dije al inicio es verdad, el contexto social y económico puede estar pa' llorar, pero frente a eso sólo podemos dar nuestro mejor esfuerzo y seguir.

 

Porque aunque suene a cliché, somos nuestras experiencias y logros personales, aquellos que cuando los recuerdas dices: “Ah, mira, ¡qué fregón!”.

 

Y puede que más adelante la vida se ilumine, el mundo se acomode y logremos que nuestro crédito del Infonavit nos alcance para algo en nuestra ciudad. Sabemos que los millennials no la tenemos fácil, pero tampoco somos lo fracasados que nos pintan o creemos ser. Pese a mi crisis existencial, en momentos, como hoy que miro hacia atrás, me doy cuenta que estoy feliz con lo que he logrado, aunque no cumpla con mis propias expectativas, ha sido una buena vida.

 

No olvides compartirme tus experiencias con el hashtag #MiCrisisDeLos30 o escríbeme a marisela.valencia@imagendigital.com para proponerme temas sobre lo que te tiene en crisis o contarme lo que has vivido de propia voz, me encantará leerte y compartir los caos de nuestras mentes.

 

 

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