Ver mal de cerca advierte que se puede padecer presbicia

A partir de los 40 años comienza a aparecer. Se sabe cuándo llega porque cuesta trabajo ensartar una aguja o leer la letra pequeña de algún documento. No se puede prevenir, pero sí corregir. Es la presbicia, aunque es más conocida como vista cansada, y es una buena razón para acudir al oftalmólogo.

Los primeros síntomas de la presbicia son de sobra conocidos: ver mal de cerca, necesitar abundante luz y sentir cansancio cuando se lee al final del día.

Se trata de un proceso fisiológico que alcanza su nivel máximo a los 65 años y que afecta a unas mil 800 millones de personas en el mundo.

La presbicia consiste en la disminución de la capacidad de enfocar objetos situados a diferentes distancias (acomodamiento); el responsable de esta tarea es el cristalino, una lente transparente situada detrás de la pupila cuya función consiste en enfocar los rayos luminosos para que formen una buena imagen en la retina. Con la edad, el cristalino pierde flexibilidad y acomodamiento, por lo que empieza a no poder enfocar bien los objetos.

La presbicia no se puede prevenir: ni el consumo de ciertas vitaminas ni el entrenamiento visual son eficaces, sin embargo es fácil de detectar y corregir, ya sea con anteojos, lentes de contacto o cirugía, mediante láser o lentes implantadas dentro del ojo.

Lentes intraoculares progresivas

Antonio Piñeiro, Jefe del servicio de oftalmología del Hospital Universitario de Valme, de Sevilla, España, señala que la posibilidad de que este tipo de lentes intraoculares funcione es muy alta.

Sin embargo, es preciso informar al paciente tanto de las características de la intervención quirúrgica como de los resultados de la misma. Las expectativas siempre son altas y, en ocasiones, no es posible recuperar una capacidad de enfoque perfecta o disminuye la visión nocturna.

Lo más reciente en tratamiento quirúrgico de la presbicia está en marcha. Se conoce como proyecto Phaco ersatz, y consiste en restaurar la acomodación del ojo remplazando sólo el contenido del cristalino con un gel polimérico, transparente y biocompatible, y conservando el resto de tejidos así como el saco que lo protege.

Esta técnica se está investigando en Estados Unidos, China y Australia y se espera que los ojos de millones de personas vivan para verlo.