¿Se pierde la magia al vivir con la pareja antes del matrimonio?
Vivir con la pareja antes del matrimonio es una costumbre que ya existe en las sociedades más avanzadas. En varios países, 80% de las personas viven en concubinato antes del matrimonio.
Uno de cada tres niños nace fuera del matrimonio en España. Cada año se producen 43 mil bodas menos.
La sicóloga de pareja, Mila Cahue, considera que esta es una opción muy personal. Para algunos esta decisión es una necesidad.
Ventajas de la convivencia
No obstante, esta alternativa puede tener dos resultados diferentes. La primera es que la pareja conoce ciertos hábitos cotidianos y se conoce más profundamente a la otra persona. El segundo es que esta convivencia se prolongue y ninguno de los dos tome de la decisión de casarse.
También es posible que después de la boda, y tras haber firmado un contrato legal, se descubran aspectos desagradables y uno puede sentirse que se ha quedado atrapado en una trampa.
Por esta razón, Cahue recomienda que siempre se sopesen bien los pros y contras de cada una de las posibilidades. Que cada uno actúe según le dicte su conciencia y que nunca se obligue a una persona a convivir en pareja antes del matrimonio.
Tiempo necesario
En tres meses de convivencia ya se puede decidir si el siguiente paso es el matrimonio. Todo depende del tiempo que necesite cada miembro de la pareja para sentirse seguro a la hora de tomar una decisión, afirma la experta.
Durante este tiempo, hay que conocerse en los hábitos más básicos de la vida cotidiana como: desde quién hace la comida, hasta quién saca la basura.
3 meses de convivencia es tiempo suficiente para decidir si el siguiente paso es el matrimonio.
Se debe aprender a conocer al otro en situaciones diversas. Cómo reacciona ante las tensiones, sus habilidades, cuándo tiene un mal día, entre otras. No manejar bien las pequeñas incidencias cotidianas puede ir apagando el amor.
Vivir con la pareja, antes del matrimonio, se puede considerar como una etapa para conocerse más y de mayor adaptación.
No se debe ahogar la ilusión por casarse. El matrimonio es un espacio en el que ambas personas, juntas y acompañándose pueden ir creciendo, sintiéndose queridos y con capacidad para innovar o desarrollarse.
La rutina no la hace el hecho de estar casados, sino las dos personas que no tienen recursos para hacer de su vida una experiencia interesante, divertida o sorprendente.
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