Prevenir desnutrición en adultos mayores
Por: Pilar Maguey
Por: Pilar Maguey
Cada etapa de la vida requiere de cuidados, pero es en las últimas fases de la existencia cuando la atención y el cuidado son más necesarios. Al desgaste físico, en muchos casos se añaden los estados depresivos o la situación socioeconómica del adulto mayor. En este contexto, es probable que pierda interés por su alimentación, o simplemente disminuya su capacidad para alimentarse como antes. De ahí que numerosas instituciones geriátricas del mundo se preocupen cada vez más por el desarrollo de nuevas formas de alimentación que cubran las necesidades específicas de los mayores. A esto se llama Alimentación Básica Adaptada (ABA).
La pérdida de piezas dentales, la depresión, el paulatino deterioro mental, la aparición de enfermedades de tipo oncológico o de otra índole, pero sobre todo, las demencias seniles y enfermedades neurológicas como el Alzheimer o el Parkinson, son algunas de las situaciones que provocan desnutrición en el anciano. De acuerdo con la doctora Carmen Gómez Candela, presidenta de la Sociedad Española de Nutrición Básica y Aplicada (SENBA), "en el caso de las enfermedades neurológicas, la incapacidad que generan estas patologías para ingerir los alimentos o tragarlos, así como la falta de autonomía para comer, están en el origen de la desnutrición senil.
En este sentido, los pacientes neurológicos suelen presentar disfagia, por lo que se hace extremadamente necesario que el médico programe una dieta adecuada para ese paciente con dificultad para deglutir". En el caso del paciente oncológico, su propia patología le conduce a padecer anorexia neoplásica. Además, el propio tratamiento que recibe (quimioterapia y radioterapia) provoca una serie de alteraciones como náuseas o vómitos, por lo que el enfermo precisa modificar su dieta.