¿Por qué no todos somos adictos a las drogas?

Por: Judith Santiago González

La mayoría bebe alcohol y no se convierte en adicto. Lo mismo al experimentar con otro tipo de drogas. Las neurociencias tratan de explicar por qué algunas personas se vuelven adictas y otras no.

 

 

 

Herminia Pasantes, investigadora del Instituto de Fisiología Celular de la UNAM, dice que existen neuronas que aprenden a reconocer rápidamente el efecto de la droga y refuerzan sus conexiones.

 

Este reforzamiento se puede generar desde la primera vez que se consume la sustancia, al provocar cambios estructurales que pueden llegar a influir en nuestra toma de decisiones o en los actos compulsivos.

 

Sintiendo el placer

 

Cuando se refuerzan los mecanismos para sentir felicidad a través de las drogas, los adictos ya no logran experimentarla por otros estímulos, sino es mediante el consumo de éstas.

 

Las drogas, el amor o el juego compulsivo causan placer. En nuestro cerebro tenemos un circuito que se conoce como el de recompensa, en donde un conjunto de neuronas se comunican unas con otras y se activan cada vez que experimentamos algo placentero o que nos provoca felicidad.

 

Además, en ese órgano tenemos neurotransmisores que nos permiten desarrollar nuestras emociones y sensaciones. Sin embargo, cuando el cerebro recibe alguna sustancia de fuera, como las drogas, deja de funcionar como lo estaba haciendo, entonces el consumo frecuente y excesivo de la sustancia genera tolerancia a nivel cerebral.

 

La doctora Pasantes explicó que el individuo cada vez necesita consumir más droga para sentir el efecto placentero y de felicidad que ésta le proporciona.

 

Se sabe que los adolescentes son más propensos a ser adictos porque su cerebro aún no está maduro, además existen otras causas que ocasionan que una persona sea adicta a las drogas como la genética, el estrés, la aceptación social y el tipo de droga, entre otros.