Más accidentes en empleos mal pagados

Por: Deya Cano

Sin duda, un empleo precario, temporal, mal pagado y poco reconocido afecta negativamente a la salud de las y los trabajadores y los expone innecesariamente al riesgo laboral.



Se ha demostrado que la inestabilidad en el empleo se asocia a una peor salud mental y a que las y los empleados temporales tengan al menos el doble de riesgo de sufrir un accidente.



Por ello, diversas organizaciones sindicales, como la Unión General de Trabajadores de España (UGT), destacan que, aunque hoy en día se identifica la precariedad laboral con un contrato temporal, la realidad es que tiene muchas otras facetas, como la falta de derechos laborales.



No existe una verdadera vigilancia de la salud del personal en la empresas, ni tampoco se hace un seguimiento público.



La contratación temporal puede hacer que la exposición de una misma persona trabajadora cambie por días, semanas o meses, al ritmo de sus nuevos contratos de trabajo.



Por el contrario, muchos contratos temporales son encadenados, es decir, se contrata a la misma persona para el mismo trabajo, para el mismo puesto, por un nuevo periodo.

 

Jóvenes, los más afectados



Quienes más sufren la precariedad laboral son las y los jóvenes, concretamente aquellos menores de 35 años, empleados en el sector servicios y en la construcción.



De acuerdo con diversos estudios, ellos están expuestos a peligros más graves y son más vulnerables porque tienen menos formación, más prisas y menos atención preventiva. En una sola frase: "Están más desarmados frente a mayores riesgos".



En estas condiciones, no es de extrañar que haya quedado demostrado que existe una mayor incidencia de accidentes de trabajo en el colectivo de trabajadores temporales. Asimismo, se ha observado que éstos tienen al menos el doble de riesgo de accidentes que los que son contratados por nómina.



Estimaciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), indica que el costo económico de los accidentes laborales, derivado de la pérdida en días de trabajo, tratamiento y prestaciones abonadas en efectivo asciende cada año al 4% del PIB mundial, cifra que supera el valor total de las medidas de estímulo para responder a la crisis económica de los dos últimos años.