Las emociones infantiles también cuentan

Por: Pilar Maguey

El cuidado y la atención que recibe un niño durante los primeros ocho años de su vida, y especialmente durante los tres primeros, son fundamentales y tienen gran influencia el resto de su existencia.

 

Para nadie es un secreto que, para alcanzar un desarrollo psíquico adecuado, los niños y las niñas necesitan recibir cariño y atención, así como toda una serie de estímulos durante su crecimiento y desarrollo emocional.

 

De acuerdo con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), los menores tienen las mismas necesidades físicas, mentales, emocionales y sociales. Ambos disponen de la misma capacidad de aprendizaje y tienen la misma necesidad de cariño, atención y aprobación.

 

Sin embargo, las condiciones del entorno en el que viven, pueden ser un poderoso obstáculo para alcanzar las buenas intenciones que plantea el organismo internacional. Estas pequeñas y pequeños que padecen anemia, desnutrición o se enferman con frecuencia, considera UNICEF, pueden asustarse e irritarse con mayor facilidad que un niño o una niña saludable, y tener menos ganas de jugar, explorar y relacionarse con los demás.

 

La importancia del cuidado de las emociones infantiles

 

La UNICEF opina que las emociones en la infancia son reales y muy poderosas. Por ejemplo, pueden experimentar un sentimiento de frustración cuando no son capaces de hacer alguna cosa o se les niega algo que desean.

 

Suelen tener miedo de las personas desconocidas, de la oscuridad o desarrollar un carácter tímido y retraído, incapaz de expresar las emociones con normalidad si se les toma a broma, se les castiga, se ignora su llanto, su enfado o su miedo.

 

Pero todavía hay algo peor, estima el organismo internacional: los castigos físicos o cualquier despliegue de violencia son perjudiciales para el desarrollo de las y los menores. Los pequeños castigados en momentos de irritación tienen más probabilidades de desarrollar ellos mismos un comportamiento violento.

 

Una explicación clara sobre la conducta a seguir, la imposición de normas firmes sobre lo que no se debe hacer y la aprobación ante una buena conducta constituyen sistemas más efectivos para alentar a los niños y a las niñas, para tratarlos como lo que son: personas sensibles y pensantes.

 

Está visto que los golpes y la violencia verbal no sirven de nada.