Heridas emocionales que te persiguen de adulto

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Para comprender las heridas emocionales que dañan tu vida hay que adentrarse a la teoría del apego.Cortesía: Getty Images
Alejandra Reyes Calderón

POR: Alejandra Reyes Calderón

Egresada de la FCPyS de la UNAM. Adicta a la literatura, al patinaje y a los tacos al pastor.

07-03-2016

Las heridas emocionales que te marcan la vida, son aquellas sufridas durante la infancia y que no siempre se pueden dejar enterradas en el pasado. 

 

Haber sufrido un trauma o herida emocional hace que el niño que aún vive en nosotros, no responda de manera adecuada a su edad y madurez”, dice Ana María Sánchez Badillo, psicoterapeuta.

 

La especialista asegura que para comprender su alcance, y el daño que nos causan, hay que adentrarse en la teoría del apego.

 

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“El comportamiento de los padres y las relaciones afectivas que establezcan con sus hijos, tienen profundas implicaciones en la forma en que los niños reaccionarán en el futuro. Esa relación afectiva sobrevivirá a lo largo del tiempo, ya que es la base sobre la cual formamos nuestro ‘yo’.

 

Cuando esa relación ha generado un apego estable, existen grandes probabilidades de los ahora infantes sean personas seguras de sí mismas de adultas. Cuando ese apego es desorganizado, permanece una visión negativa del mundo por lo que, a la larga, tendremos que afrontar más conflictos”, explica Sánchez Badillo.

 

 

 

Empieza hoy a sanar tus heridas

 

Miedo al rechazo

 

Sufrirlo en la infancia provoca la descalificación hacia uno mismo y genera una baja autoestima. Se trata de personas que tienen un continuo miedo a fracasar, y que necesitan imperiosamente la aprobación de los demás. 

 

¿Qué hacer?

Valora tus habilidades positivas y logros,  y poco a poco atrévete a tomar decisiones por ti mismo. Te darás cuenta que a medida que ganas seguridad, la opinión de los demás deja de condicionarte. 

 

Miedo al abandono

 

La soledad es el peor enemigo de quien vivió el abandono en su infancia. Ello podría ocasionar que quien la haya padecido abandone a sus parejas y a sus proyectos de forma prematura, por temor a ser la abandonada.

 

¿Qué hacer?

Aprende a estar a gusto contigo mismo; no es necesario que siempre tengas a personas a tu alrededor. Aprende a abrazar los cambios y a gozar de la soledad.

 

Miedo a la humillación

 

Esta herida puede ser de las que más lastimen en la edad adulta. Es probable que ante el daño ocurrido en la infancia, la persona desarrolle un mecanismo de defensa que la convierta en alguien tirano y egoísta.

 

 

 

¿Qué hacer?

Es importante aprender a perdonar. Solo cuando dejamos ir el rencor que hemos guardado durante años, podemos encontrar nuestro verdadero “yo”, que  ya no puede ser el de un niño asustado, sino el de un adulto seguro de sí mismo, que conoce sus capacidades y no duda en defender sus derechos de forma asertiva.

  Miedo a la traición

 

Una de las cosas que no perdonan los niños es la traición, menos la de sus padres. Estas personas, de adultas, se comportan de manera fría e intentan construir un muro en sus relaciones interpersonales.

 

¿Qué hacer?

El hecho de que las personas en las que debías confiar te hayan defraudado, no significa que todos lo harán. Para construir relaciones sólidas, es necesario dejar entrar a los demás en tu vida y confiar en ellos. 

 

Si te identificaste con alguna de estas heridas emocionales que te marcan la vida, estás a tiempo de sanarlas. Solo es cuestión de tener fe en ti mismo y cada vez que el miedo te paralice, recordarte que eres un adulto que sabe salir adelante ante las adversidades.

 

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