Fiebre como aliada en la detección de infecciones
Por: Samuel Arroyo
Por: Samuel Arroyo
La fiebre no es una enfermedad y lejos de ser un enemigo es un aliado. Muchos bebés, niños y niñas desarrollan fiebres altas por pequeñas enfermedades virales, lo que alarma con justa razón a sus padres. La fiebre puede presentarse como reacción orgánica a una vacuna, por alergia a una sustancia o alimento, o como respuesta a un proceso infeccioso que está desarrollándose dentro del niño o la niña y que altera su bienestar físico y emocional. Sin embargo, debemos estar muy atentos al desarrollo de la fiebre en los pequeños porque puede elevarse y causarles daños irreversibles.
La fiebre como señal de algo grave
De acuerdo con los pediatras de la Fundación Infantil Nemours de Estados Unidos, es recomendable tener en cuenta tanto la temperatura como el estado general del pequeño. Los niños con una temperatura inferior a los 38.9 grados centígrados no suelen necesitar medicación, a menos que se sientan molestos. Esta regla tiene una importante excepción: si el bebé tiene 3 meses o menos y su temperatura rectal es de 38 grados centígrados o más, hay que llamar al pediatra o acudir a la sala de urgencias. Incluso una fiebre leve puede ser síntoma de una posible infección grave en bebés muy pequeños.
Si la temperatura de un niño o niña de entre 3 meses y 3 años es de 39 grados centígrados o más, llame al médico para corroborar si necesita ser examinado. En niños mayores, tome en cuenta su comportamiento y nivel de actividad física. Es probable que la enfermedad no sea grave si el pequeño presenta esta características: quiere seguir jugando, come y bebe bien, está alerta y sonríe, tiene la piel de color normal y un buen aspecto cuando le baja la temperatura.
La primera recomendación es nunca medicar a un bebé o niño, sin consultar al médico. Otros consejos que pueden ayudar a reducir la fiebre son: