Generosidad, clave para un trasplante de riñón

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La donación de órganos es un regalo de vida/ Fuente: Photos.com
Salud180, El estilo de vida saludable

POR: Eduardo García

El estilo de vida saludable

29-11-2012

En México, más de nueve millones de personas tienen una enfermedad renal, pero sólo dos mil 500 consiguen un trasplante de riñón, mientras que el resto sólo se queda en la espera de la donación de este órgano. Por ello, este tipo de padecimientos es la onceava causa de mortalidad en el país.

 

La falta de una cultura de donación de órganos y el desconocimiento de las enfermedades fomenta miedo y desesperanza entre los enfermos; pero con la información necesaria este panorama puede cambiar, como es el caso de Eduardo, quien nos cuenta su historia de vida:

 

Sentí un calor extraño en mis pies al salir del avión.  En un momento de descanso, tras pasar migración y aduana del aeropuerto de Madrid, me quité los calcetines para ver si mis pies se refrescaban mientras esperaba un vuelo de conexión con mi familia.

 

Era agosto de 2011. El verano español estaba en plenitud. Luego de más de 10 horas de vuelo desde la Ciudad de México, pensé que el ardor se debía al clima y a mi cansancio. Había dormido poco durante el viaje. Pero al remover las medias me espanté.

 

Mis pies eran, literalmente, dos tamales extra largos que se extendían desde mis  piernas --mis tobillos habían desaparecido-- hasta mis dedos. Para mí, que toda mi vida he sido delgado, y para mi familia, la forma que tenían mis pies provocó angustia.

 

"¿Qué te pasó pa?", preguntó mi hijo de siete años, mientras mi hija, de 10, se agachaba para picar los dos bultos que ahora tenía por pies.

 

No había dolor, sólo la sensación de una especie de combustión interna. Al remover los calcetines, el cosquilleo caliente descendió, más no el volumen. Al calzarme mis topsiders, apenas y cupieron.

 

Creo que fue en ese momento cuando comenzó de manera acelerada el deterioro de mi salud. Ocho meses después ingresaría a la sala de urgencias del Centro Médico ABC en la calle de Observatorio de la capital del país, con sangrados internos y dolores renales insoportables.

 

Si bien en aquel instante, en el aeropuerto madrileño, Elisabeth, mi esposa, y yo asociamos el edema de mis pies con el problema genético-hereditario que me habían diagnosticado unos años atrás y que se conoce como Enfermedad Renal Poliquística (Polycystic  Kidney Disease o PKD), jamás imaginé que en menos de un año me encontraría sin riñones, esperando un trasplante.

 

En mayo, mis riñones se colapsaron. Mi pobre condición física no dio margen de maniobra a mi nefróloga, la doctora Magdalena Madero Rovalo ordenó quitármelos.

 

Hoy, a cinco meses y medio de esa operación, mejor conocida en el mundo médico como nefrectomía bilateral, he recuperado mi salud.

 

Gracias a un trasplante de riñón, que ejecutó el equipo de cirujanos de la doctora Madero a mediados de julio, estoy vivo como si nada hubiera pasado.

Me atrevo a decir que incluso me siento como no me había sentido en años. Mi mejoría me permite darme cuenta del gradual deterioro que había padecido, como desánimo, cansancio y sueño, por una pobre filtración renal.

 

Hoy, en cambio, estoy listo para aprovechar esta segunda oportunidad que me han dado los avances de la ciencia médica, la generosidad de mi esposa, el talento de muchos médicos y enfermeras, y el apoyo de familiares y amigos.

 

Gracias a ello puedo recontar mi experiencia, que si bien tuvo un desenlace favorable, no fue ajena a periodos de incertidumbre y sobresaltos.

  La importancia del cariño

 

Al regreso de España, los resultados de los análisis que me hice para determinar la causa de la inflamación de mis pies fueron claros: mis dos riñones se dirigían a su etapa terminal. En pocas palabras, requería de un trasplante.

 

La noticia para mi familia y para mí fue un shock. Todos sabíamos, por la forma en que había progresado mi enfermedad, que yo pertenecía estadísticamente al grupo de pacientes con PDK que eventualmente enfrentaría un problema renal terminal. 

 

 

La mitad de quienes sufrimos esta enfermedad acabamos en esa situación; mientras que la otra mitad puede llevar una vida normal. El escenario de mi trasplante estaba así contemplado, pero no tan pronto.

 

Acababa de cumplir 50 años y había tenido hasta entonces la esperanza de que mis riñones, a pesar de los múltiples quistes que los envolvían y mortificaban, me duraran hasta que tuviera 60 años o más.

 

Al saber que esa expectativa era irrealizable, me desmoralicé. La tarea de conseguir un riñón y el potencial costo del padecimiento, aunque tenía un seguro de gastos médicos mayores, también me abrumó, más cuando ponderé que quizás no podría ver crecer, junto con Elisabeth, a nuestros hijos.

 

Si deseas conocer cómo Eduardo recupera su salud, te invitamos a leer mañana la segunda parte de esta historia de vida que nos enseña la importancia de llevar hábitos sanos y un buen control médico.

 

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Aclaracion:

El contenido mostrado es responsabilidad del autor y refleja su punto de vista, más no la ideología de Salud180.com

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