Gérmenes de transmisión sexual

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Infecciones sexuales en hombres
Infecciones sexuales en hombres
Salud180, El estilo de vida saludable

POR: J. Manuel Reyes

Editor de Salud180.com Aficionado a las nuevas ideas. Una palabra lo cambia todo.

01-03-2012

Las enfermedades de transmisión sexual (ETS) en el hombre tienen las mismas causas que en la mujer, con la única diferencia de los síntomas que marca su anatomía masculina. La prevención es fácil y evita patologías que pueden costar la vida.

 

Es importante recordar que las enfermedades o infecciones de transmisión sexual (ITS) son aquellas que se contagian a través de las relaciones íntimas no protegidas.

 

La incidencia y distribución de las ETS depende mucho de la composición de los grupos de población; aunque destaca el formado por los jóvenes con patrones de conducta concretos como la promiscuidad, prostitución, dependencia a drogas, no estar circuncidado y, sobre todo, la desinformación; factores indirectos que favorecen la extensión de las ETS.

 

En los varones se suelen presentar algunos signos y síntomas en genitales externos debido a gérmenes, sobre todo en el glande, prepucio y uretra, aunque también puede haber sintomatología bucal o rectal, sobre todo entre la población homosexual.

 

La aparición de úlceras y excrecencias de aspecto y forma variable, vesículas y zonas enrojecidas, así como la presencia de supuración uretral podrían ser los signos primarios más frecuentes.

 

El escozor al orinar, el picor y las molestias dolorosas en la zona afectada representan los síntomas más comunes de las ETS en el varón, aunque hay algunas infecciones que llegan a afectar otras zonas del organismo y que pueden llegar a ser muy graves o mortales.



Prevención

 

Ante las ETS, ya sea en el varón como en la mujer, la mejor conducta es la prevención. Los métodos anticonceptivos de barrera, los preservativos, deben ser siempre utilizados en aquellas relaciones sexuales esporádicas, así como en las parejas promiscuas.

 

 

En caso de contagio, debe analizarse el hábito de vida del paciente y el número de parejas, debiendo investigarse cada una de ellas si fuese posible.

 

El tratamiento debe ser conjunto para evitar el efecto “ping-pong”; esto es, que se cure uno de los miembros de la pareja y otro no, de modo que el segundo vuelve a contagiar al primero.

 

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