Corticoides apoyan producción de hormonas

En la actualidad el empleo de los corticoesteroides se ha extendido a numerosas enfermedades debido a que imitan los efectos de las hormonas que el cuerpo produce naturalmente en las glándulas suprarrenales.

Influyen en el funcionamiento de la mayoría de los sistemas corporales (cardiaco, inmunitario, muscular y óseo, endocrino y nervioso) y provocan una amplia variedad de efectos, incluso sobre el metabolismo de los carbohidratos, las proteínas y las grasas. Ayudan a conservar el equilibrio de los líquidos y electrolitos.

Cuando se prescriben en dosis que exceden los niveles normales de su cuerpo, suprimen la inflamación, que puede reducir los signos y síntomas de enfermedades inflamatorias. Además, actúan sobre el sistema inmune, por lo que pueden ayudar a controlar las condiciones en las que dicho sistema ataca por error sus propios tejidos.

Por ello, se consideran tratamientos de primera línea para enfermedades como la artritis reumatoide, cáncer, lupus, asma, alergias, la enfermedad de Addison, en la que las glándulas suprarrenales no producen suficiente cantidad de esteroides, y ayudan a prevenir el rechazo de órganos en pacientes trasplantados.

Sin embargo, también aparecen efectos secundarios por el uso continuo de dosis elevadas del fármaco o tras la supresión, después de que se haya empleado durante largos periodos de tiempo sin pautas de descanso.

Los efectos secundarios dependen de la dosis de la medicación que se recibe. En cuestión de días o semanas de haber iniciado la terapia, es posible un mayor riesgo de:

1. Elevación de la presión en los ojos (glaucoma)

2. Retención de líquidos y sales, causando inflamación en piernas y tobillos.

3. Hipertensión

4. Cambios de humor

5. Aumento de peso, con depósitos de grasa en abdomen, cara y la parte de atrás de su cuello

6. Tos

7. Ronquera

8. Sequedad en la boca

9. Dolor de garganta

10. Diarrea, vómito y úlceras gástricas.

Al tomar corticosteroides a largo plazo, se puede experimentar:

1. Cataratas y problemas visuales

2. Elevación de glucosa, que puede desencadenar o empeorar la diabetes

3. Aumento del riesgo de infecciones

4. Pérdida de calcio de los huesos, fracturas y osteoporosis

5. Irregularidades menstruales.

6. Depresión.

Por ello, para obtener el mayor beneficio con la menor cantidad de riesgo son necesarias medidas como: disminuir las dosis o emplearlas de manera intermitente, cambio de forma de administración (oral, cutánea, inhalada), y platicar con su médico para decidir entre los beneficios y riesgos específicos de su empleo.

Síguenos en @Salud180 y  Salud180 en Facebook

¿Quieres recibir más información de tu interés? Regístrate con nosotros.